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Presentación
En la nueva especialidad de la medicina intensiva —que tiene aproximadamente sólo 30 años de edad— se han reunido numerosos avances médicos, como ventiladores mecánicos, diálisis, nutrición parenteral o enteral, tratamientos cardiacos agudos y control térmico, entre otros. La medicina intensiva ha hecho posible tratar hoy en día a pacientes con enfermedades y lesiones de las que no habrían sobrevivido hace 40 o 50 años atrás. Por ejemplo, la mortalidad por aplastamiento del tórax en la década de 1950 era de 95%; sin embargo, 30 años más tarde era de sólo 5%.
A medida que la UCI ha asumido un mayor papel han ocurrido también otros importantes cambios en la atención hospitalaria. Ya no es común tener pacientes hospitalizados durante semanas o meses; incluso los pacientes críticos suelen tener estadías breves en el hospital. Un episodio de enfermedad grave actualmente implica unos días en la UCI, una breve estancia en cuidados intermedios —seguida por una cama básica de hospital— y el alta, en ocasiones a una hospitalización domiciliaria.
La medicina intensiva no es una especialidad uniforme; sus profesionales tienen diferentes currículos en la región iberoamericana. Los especialistas en cuidados críticos de muchos países pueden provenir de una especialidad primaria en cirugía, anestesiología, pediatría, medicina de urgencias y medicina interna, mientras que en otros países de América Latina y la Península Ibérica se forman en un programa de especialidad primaria. Entre las siete o más vías de formación la anestesiología y la cirugía han aportado especialistas talentosos y bien entrenados que nutren con sus aportes intelectuales y clínicos prácticos al quehacer de la medicina intensiva de la región.
El presente número de las Clínicas de la Academia Mexicana de Cirugía, que aborda 14 temas selectos de medicina intensiva de indudable actualidad, es un ejemplo de los aportes continuos que hacen estos destacados especialistas mexicanos. El objetivo de la Academia Mexicana de Cirugía en esta colección de capítulos es estimular nuestra curiosidad y presentar cierta información nueva que tal vez, y en el mejor de los casos, nos ayude a repensar los actuales paradigmas de la práctica clínica en estos temas. Algunos capítulos ilustran el importante papel de la UCI en el cuidado perioperatorio. Así, por ejemplo, el síndrome compartimental abdominal (ACS) es una entidad que fue reconocida hace ya unos 30 años y que es estudiado en esta obra, pues es una importante causa de morbilidad y mortalidad en pacientes quirúrgicos que, a pesar del gran desarrollo de nuevas herramientas para su diagnóstico y tratamiento, sigue siendo subdiagnosticada e insuficientemente tratada.
A pesar de la sólida evidencia que demuestra que la hipotermia inducida o el control térmico ofrecen beneficios significativos en grupos específicos de pacientes, su uso aún es infrecuente. Según datos de los años recientes, 74% de los médicos de la UCI y urgencias en EUA no utilizaban hipotermia. El interesante capítulo que aquí presenta provee una revisión bien estructurada sobre este tema y plantea el desafío de hacer realidad su uso en la práctica diaria.
Cuatro capítulos abordan el campo de la nutrición enteral o parenteral, los trastornos del tránsito intestinal y los desórdenes metabólicos. Se ha dicho que “eres lo que comes” y que la capacidad de alimentar a los pacientes que no pueden comer define la era moderna en cuidados críticos, tanto como la ventilación mecánica o la diálisis.
El delirium es un frecuente problema clínico en pacientes críticos; hasta 80% de ellos experimentan al menos un episodio durante su estadía en una unidad de cuidados críticos. Se asocia con deterioros significativos, incluyendo mayor riesgo de muerte y deterioro cognitivo de largo plazo. El capítulo correspondiente brinda elementos clave para prevenir, diagnosticar y tratar el delirium en los pacientes quirúrgicos críticos. El delirium y la disfunción cognitiva posoperatoria representan una lectura esencial para todos los miembros del equipo de atención intensiva multidisciplinaria, incluyendo médicos, cirujanos y enfermeras.
La preeclampsia es un trastorno multisistémico del embarazo y el puerperio que complica entre 6 y 8% de todos los embarazos. El capítulo “Monitoreo de la paciente ostétrica de alto riesgo”, es de gran interés para quienes trabajan en centros hospitalarios que atienden a mujeres en edad fértil. También la lesión renal aguda es un tema de creciente desarrollo en el paciente crítico. Los cambios en la función renal, que antes se pensaba que no eran significativos, son factores que realmente predicen la mortalidad. En resumen, son 14 capítulos del más alto interés actual que un grupo de expertos ha compendiado para el lector.
Contenido
Prólogo
Sebastián Ugarte Ubiergo
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