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ISBN: 978-607-741-323-3, 1ra. Edición, 2022
228 páginas, 15,5 x 22,5 cm, Enc. rústica
47 figuras, 36 cuadros, Índice alfabético
El paciente con enfermedad crítica padece disfunción de uno o más sistemas mayores (sistema nervioso central, cardiovascular, renal, etc.) que amenazan la vida o la función de un órgano. En este escenario, la rapidez en la toma de decisiones es un factor que afecta de manera significativa la evolución del individuo.
Algunos factores, como la edad, las comorbilidades o el diagnóstico clínico inicial, dificultan la toma de decisiones y pueden generar omisiones o acciones poco eficaces. Para lograr la eficiencia de la atención se deben tomar decisiones de manera organizada y jerarquizada.
Al pensar en un paciente críticamente enfermo viene a la mente un paciente en el área de terapia intensiva, con intubación orotraqueal, conectado a un ventilador, con catéteres, sondas, administración de fármacos vasoactivos y alto riesgo de muerte por disfunciones orgánicas. En la mayoría de los casos las intervenciones tempranas limitan el desarrollo de falla orgánica.
El deterioro clínico se inicia con alteraciones sutiles, como confusión, disminución de la tolerancia a la vía oral, descenso de la uresis o variación en los signos vitales.
Las alteraciones de las variables fisiológicas, como el estado neurológico, la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria, la temperatura, la saturación de oxígeno y la presión sistólica, predicen de manera bastante fidedigna la disfunción orgánica y pueden ser detectadas en todos los centros hospitalarios.
Entre los sistemas de detección precoz de pacientes inestables se han diseñado diversas escalas que miden la alteración de los parámetros fisiológicos, denominados sistemas de seguimiento (tracking) y gatillo (triggering), incluyendo la National Early Warning Score 2 (NEWS2), que ha sido de las más implementadas, con recomendaciones acerca del nivel de intervención de acuerdo con el grado de afección.
De acuerdo con el nivel de alteración de los signos vitales, se establece una estratificación del riesgo y el nivel de intervención sugerido, que va desde el monitoreo hasta la intervención del equipo de cuidados críticos para iniciar el tratamiento y evaluar la posibilidad de ingreso al área de cuidados intensivos, junto con la optimización de los tiempos de tratamiento.
A pesar de que la escala es cuestionable en cuanto a las cifras de presión sistólica o su aplicabilidad en los pacientes con demencia, en los estudios clínicos ha demostrado ser una herramienta útil en la detección del paciente que requiere intervenciones tempranas, inclusive durante la pandemia por COVID–19.
Índice alfabético
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