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Presentación
Al entrevistar a un gran número de estudiantes de medicina que están considerando la anestesiología como futura especialidad, es frecuente que surja una preocupación específica.
Dentro de su idealismo abstracto expresaron, de una forma u otra, una preocupación genuina en cuanto a la cantidad de contacto que el anestesiólogo puede tener con los pacientes dentro de su práctica cotidiana. Aunque los atrajo la atención intensiva y la pronta resolución de problemas de nuestra especialidad, lo que han visto u oído en sus experiencias en las facultades de medicina en cuanto a que el anestesiólogo sólo tiene contacto con pacientes dormidos les produjo alarma. Esa imagen nos rodea, de manera justificada o no, pero así es y debe cambiar.
En realidad, nuestro contacto con los pacientes, aunque tal vez sea más corto si se le compara con el de otras especialidades, ocurre en un momento crucial para nuestros pacientes; en un momento en que están a punto de suceder eventos de gran importancia en sus vidas.
Cuando primero los vemos en la entrevista previa a la anestesia están preocupados con una serie de elementos desconocidos. ¿Tienen cáncer? ¿Podrán caminar? ¿Cambiará su actividad sexual? ¿Quedarán sin un seno, una pierna, una mano, etc.? ¿Cuánto tiempo les queda de vida? ¿Sobrevivirán la operación?
Sólo por mencionar unas cuantas de las preocupaciones más recientes que los pacientes quirúrgicos pueden tener el día antes de la operación. Nuestra visita les debe proporcionar seguridad y confianza y no producirles mayor intranquilidad. Éste es, de hecho, un momento precioso en el que podemos aliviar algunas de las inquietudes del paciente en cuanto a sus experiencias en cirugía y anestesia. ¿Qué mejor momento para explicarles nuestro papel en cuanto a vigilar sus funciones vitales, para explicar la cuidadosa administración de los medicamentos poderosos que se utilizan durante la anestesia, para advertirles acerca de las posibles complicaciones, para enfatizar la manera en que nuestra técnica puede aliviar el dolor posoperatorio inmediato, etc.?
Puede que sea un contacto de corta duración, pero, si se lleva a cabo de manera adecuada, esa entrevista puede actuar no sólo como un apoyo valioso al estado emocional del paciente, sino que también puede ser una actividad informativa acerca de lo que hacemos y la manera en que lo hacemos en un momento en que la atención del paciente es toda nuestra. Nuevamente, esto se puede extender a nuestro encuentro con ellos en la sala de operaciones; ahí tendremos de 5 a 30 minutos, dependiendo de las preparaciones para la intervención quirúrgica.
Mientras llevamos a cabo nuestro trabajo podemos, literalmente, “platicar” con ellos, explicándoles lo que hacemos y las razones para ello, y entonces estarán más dispuestos a tolerar el dolor de una inyección, el que se les quite la bata, la incomodidad de estar acostados en la dura mesa de operaciones, etc. Pero, además, podemos preguntarles cómo durmieron la noche anterior, sobre su cena y otras sutilezas para las cuales el paciente ha mostrado interés o atracción; ahí, de nuevo, su atención nos pertenece y está en nosotros cultivarla.
Por último, hagamos que la visita posterior a la anestesia sea más que una reunión sólo para saludar; hagámosla una visita verdadera. Al tiempo que preguntamos acerca de los problemas relacionados con la cirugía y la anestesia, podemos añadir algunos toques personales a la conversación a modo de hacer que el paciente sienta que en verdad nos conocemos.
Así, ésta es mi respuesta a los inquisitivos residentes potenciales; el contacto con nuestros pacientes puede ser breve (si lo medimos en unidades de tiempo), pero se presenta en momentos cruciales de su vida y trata con asuntos de vida o muerte, por lo que podemos convertirlo en un encuentro que recordarán y apreciarán si tan sólo nos tomamos el tiempo.
La entrevista previa a la anestesia, el encuentro en la sala de operaciones y la visita o visitas posteriores a la anestesia son lo que hacemos de ellas, tan breves o tan largas como deseemos; tan importantes o tan irrelevantes como queramos pensar que son.
Contenido
Prólogo
SECCIÓN I. PERSPECTIVA FILOSÓFICA DE LA ANESTESIA (1981)
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