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Presentación
La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad crónica, compleja, diagnosticada habitualmente en la etapa adulta, y en la que el factor genético–hereditario está presente; se caracteriza por hiperglucemia resultante de alteraciones en la síntesis/secreción y en la acción insulínica.
La existencia de un componente genético es la concordancia para diabetes entre gemelos homocigóticos y dicigóticos. Los monocigóticos presentan 90% para DM2 y los dicigóticos 41% para DM1.
Durante los últimos 20 años la prevalencia de diabetes mellitus tipo 2 ha aumentado progresivamente a proporciones epidémicas. Los pacientes presentan un aumento en la mortalidad y la morbilidad, la mayoría de las cuales se deben a daño vascular, incluyendo afección microvascular (nefropatía, retinopatía y neuropatía) y daño macrovascular (infarto del miocardio, evento vascular cerebral, enfermedad arterial periférica).
En la etapa inicial existen condiciones que favorecen el desarrollo fundamentalmente del sobrepeso/obesidad y el sedentarismo. El diagnóstico se establece por el cuadro clínico de descontrol de la glucemia asociado con glucosuria (poliuria, polidipsia, pérdida de peso, etc.).
La DM constituye un elemento del denominado síndrome metabólico, el cual representa un padecimiento heterogéneo cuyos componentes pueden tener variaciones o presentarse en el transcurso del tiempo.
La prevalencia de síndrome metabólico se ha incrementado notablemente en los últimos años y constituye el principal problema de salud; independientemente de su predisposición genética, han contribuido a su desarrollo explosivo el estilo de vida actual, el aumento en la sobrevida, el sedentarismo, la dieta con elevado consumo de carbohidratos y grasa, el sobrepeso y la obesidad. Es una entidad que se inicia en los primeros años de vida, y es más evidente en los familiares de pacientes con elevado riesgo cardiovascular. La importancia clínica del síndrome metabólico es su impacto en la morbilidad y mortalidad cardiovascular. Este síndrome incluye una serie de trastornos, como hiperglucemia, dislipidemia, hiperuricemia, hipertensión arterial sistémica, factores protrombóticos, obesidad central, acantosis nigricans, y poliquistosis ovárica, que conducen al desarrollo de aterosclerosis. La identificación temprana de cualquiera de estos componentes permite establecer un diagnóstico precoz, y la prevención secundaria de los mismos puede modificar su historia natural. Datos obtenidos de la Encuesta Nacional de Salud muestran que para la población en México el perímetro de cintura considerado como de alto riesgo corresponde a > 90 cm en los hombres y > 80 cm en la mujer.
La frecuencia de sobrepeso en niños y adolescentes se ha triplicado, y hoy en día en México siete de cada 10 niños presentan sobrepeso; hay que resaltar que dos terceras partes de estos niños serán adultos con obesidad, y de continuar esta tendencia pronto el país estará situado como el primer lugar en obesidad a nivel mundial.
La aterosclerosis es una enfermedad frecuente en el mundo moderno. Los cálculos del estudio Framingham indican que cerca de 50% de los varones y 30% de las mujeres padecerán enfermedad coronaria a lo largo de su vida. En México la cardiopatía isquémica y la DM constituyen la principal causa de muerte en la población adulta.
Esta patología muestra un incremento mundial, favorecido por aumento en la expectativa de vida, aumento en la población, así como la urbanización, y modificado por el desarrollo de la obesidad.
La piedra angular del manejo de los trastornos glúcidos y metabólico, independientemente de su etapa evolutiva dentro de su historia natural, son los cambios en el estilo de vida, especialmente la disminución en el aporte calórico. Las dietas hipocalóricas bajas en carbohidratos han demostrado ser efectivas, seguras y de bajo costo. Las dietas bajas en carbohidratos, comparadas con las convencionales, tienen un mejor efecto sobre el control glucémico, disminuyen los niveles de triglicéridos tanto basales como posprandiales, e incrementan el colesterol de alta densidad.
Es importante prestar atención a los problemas de sobrepeso, obesidad y síndrome metabólico desde etapas tempranas de la vida. Los primeros meses de vida son críticos para el desarrollo de obesidad. En 1980 se reporta que en los primeros meses de vida existía 10.4% de obesidad y en 2001 se elevó hasta 17%.
El exceso de peso durante la infancia y adolescencia predispone, durante la etapa adulta, la instauración de obesidad, DM e incremento de las complicaciones cardiovasculares.
La prevención debe incluir la salud de la madre gestante, edad, sobrepeso/obesidad, endocrinopatías, dislipidemia, hipertensión arterial, nutrición y, muy importante, el desarrollo del recién nacido, el lactante, el niño sano y el adolescente.
La prevención de la diabetes está fundamentada en el mantenimiento o la restauración de la regulación glúcida, y algunos factores relacionados con esta última son modificables y otros no (edad y senilidad/agotamiento de célula beta). No obstante, en otras circunstancias deben establecerse cambios en el estilo de vida, instaurando un régimen alimenticio saludable que conlleve pérdida ponderal en etapas tempranas de la vida, antes que los cambios propios de la edad ocurran.
Esta es la mejor estrategia para la prevención de la DM.
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David González Bárcena
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